Quien iba a imaginar que un hombre viejo, de mirada triste, de rostro demacrado, decrépito e inofensivo, pasaría a convertirse en el caníbal del siglo. Albert Fish nació el 19 de mayo de 1870 en Washington, en el seno de una familia respetada, aunque con antecedentes en enfermedades mentales. Creció en un orfanato donde fue abusado sexualmente, lo que le desencadenó un marcado sadomasoquismo. También, se sabe que tuvo una caída desde un árbol y eso le provocó una lesión cerebral con efectos como dolores de cabeza crónicos y mareos.
En esa época comienza a sufrir alucinaciones de tipo religioso y vive obsesionado con la idea del pecado, creyendo que la única forma posible de expiación es a través del sacrificio personal y el dolor.
Él mismo se inflige castigos masoquistas auto mutilándose, frotando por su cuerpo desnudo rosas con espinas, hundiéndose agujas de marinero en la pelvis y en los órganos genitales... En una ocasión es sorprendido en su habitación completamente desnudo, masturbándose con una mano y con la otra golpeándose la espalda con un palo del que sobresalen unos clavos. A cada golpe grita de dolor, mientras la sangre se desliza por sus nalgas.
Sadomasoquista en todas sus letras, se complacía insertándose agujas en su cuerpo, especialmente alrededor de sus órganos genitales, con bolas de algodón que se introducía en su ano y les prendía fuego. No solo consumía la carne de sus víctimas, sino que además consumía la orina y los excrementos, tendencias todas que él atribuiría a su triste historia de niño abusado.
Fish se autoformó como pintor, y recorrió Estados unidos torturando a niños casi en cada estado que pisaba. La mayoría de sus víctimas provenían de familias pobres (de raza negra), por lo que no era probable que le inculparan debido al racismo que por aquel entonces imperaba.
Fue sentenciado a morir en la silla eléctrica solo pudieron atribuírseles 15 crímenes a pesar que él dijo haber matado a más 100. El inspector king siempre creyó que entre asesinatos y violaciones el vampiro de Brooklyn tenía en su lista negra a un número superior de 400 personas aunque después de su ejecución se le siguieron atribuyéndole asesinatos el número real se lo llevo a la tumba.
Antes de morir sus palabras fueron "Que alegría morir en la silla eléctrica. Será el último escalofrío. El único que todavía no he experimentado..."
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