La misma noche,
varando la madrugada, Pablo que era el hijo menor, de 39 años, estaba en el bar
que quedaba en el salón donde dos días atrás todos estaban reunidos. Él
bebía y se acordaba de la fiesta donde los padres bailaban levemente como si
fuera la primera vez que bailaban juntos. Lamentaba también por haber sido
el hijo más ausente y rebelde entre los demás y creyó que podría haber hecho
diferente, pero tantos años se pasaron y él nunca había tomado
forma. Deseó que aún
pudiera tener la oportunidad de expresar el amor a sus padres que no
logró hacer cuando estaban vivos. Después de muchas bebidas, con la visión
medio turbia, vio algo bajando las escaleras, para su sorpresa eran sus padres
que descendían de la mano en pasos suaves y lentos, como si estuvieran listos para
bailar. Se frotó los ojos, sacudió la cabeza como quien quisiera
permanecer despierto, sus padres ya estaban en medio del salón, él
entonces caminó al encuentro de ellos y cuando llegó más cerca, una nube negra
se deslizó sobre los dos y se transformó en una vieja demoníaca que gritó: - Te
voy a llevar. Se estiró los brazos para intentar agarrarlo, sus uñas eran
grandes y sucias. Él dio unos pasos atrás y cayó al suelo, cuando levantó
la cabeza no vio a nadie más. Se corrió hacia las escaleras para recoger a
su cuarto, pero cuando empezó a subir, vio que en la parte superior de la
escalera había una figura masculina, titubeó en continuar, bajó nuevamente los
escalones que ya había subido y se fue al ascensor que conectaba los dos pisos
de la mansión, entró en el ascensor y apretó el botón para cerrar la puerta y
hacerlo subir. una nube negra se deslizó sobre los dos y se transformó en
una vieja demoníaca que gritó: - Yo te llevaré. Se estiró los brazos para
intentar agarrarlo, sus uñas eran grandes y sucias. Él dio unos pasos
atrás y cayó al suelo, cuando levantó la cabeza no vio a nadie más. Se
corrió hacia las escaleras para recoger a su cuarto, pero cuando empezó a
subir, vio que en la parte superior de la escalera había una figura masculina,
titubeó en continuar, bajó nuevamente los escalones que ya había subido y se
fue al ascensor que conectaba los dos pisos de la mansión, entró en el ascensor
y apretó el botón para cerrar la puerta y hacerlo subir. una nube negra se
deslizó sobre los dos y se transformó en una vieja demoníaca que gritó: - Yo te
llevaré. Se estiró los brazos para intentar agarrarlo, sus uñas eran
grandes y sucias. Él dio unos pasos atrás y cayó al suelo, cuando levantó
la cabeza no vio a nadie más. Se corrió hacia las escaleras para recoger a
su cuarto, pero cuando empezó a subir, vio que en la parte superior de la
escalera había una figura masculina, titubeó en continuar, bajó nuevamente los
escalones que ya había subido y se fue al ascensor que conectaba los dos pisos
de la mansión, entró en el ascensor y apretó el botón para cerrar la puerta y
hacerlo subir.
De repente las
luces apagaron y el ascensor que subía lentamente paró. Amedrentado,
apretó los botones simultáneamente intentando hacerlo funcionar, pero no
adelantó. Sintió que alguien le colocó las manos en los hombros, se
arrepintió y las lágrimas empezaron a correr por el miedo que se sentía, se
volvió para intentar ver quién le estaba tocando y recordó que una vez su madre
había dicho que hace años y años atrás cuando ella era pequeña, había visto
fantasmas en la mansión, pero creían que eran sólo historias para amedrentarlos
cuando era niño. La luz parpadeó y vio la figura de su padre con ojos
escurriendo sangre dentro del ascensor junto con él, pero luego todo quedó
oscuro de nuevo y la mano que había tocado en su hombro, volvió a tocarlo, pero
esta vez clavando las las uñas en su piel, a la altura de sus hombros. Él
gritó de dolor y se arrodilló en el piso del ascensor. Las luces se
encendieron y el ascensor volvió a funcionar, cuando terminó de subir y abrió
la puerta que estaba protegida por una rejilla de correr, salió tambaleando por
el pasillo y entró en la habitación donde su esposa estaba durmiendo, pero un
bulto de una figura masculina estaba sentado en la cama al lado de su esposa, e
incluso con miedo él partió hacia arriba de la figura del hombre y acabó
acertando golpes en su esposa que despertó asustada.
- Sale de aquí
maldito - gritaba Pablo mientras espumaba el colchón y sin querer alcanzaba
algunos golpes en su esposa.
- ¿Amor, qué eso? Para! -exclamó Janaina asustada y colocándose de pie fuera de la cama, pero su esposo estaba descontrolado todavía golpeando el colchón.
- ¡Déjame en paz! - gritaba Pablo. - ¿Qué estás queriendo conmigo?
- Calma amor, no hay nadie aquí - decía Janaina sosteniendo al esposo por los brazos, hasta que él se fue deteniendo y quedando más tranquilo. - ¿Qué está pasando contigo, amor?
- Lo siento, no fue nada - respondió aturdido. - Creo que bebí demasiado hoy y acabé teniendo algunas alucinaciones. No fue nada.
- Usted necesita parar de beber. Tantas veces te lo he pedido. Incluso tus padres anhelaban por eso también. Para de beber amor, pidió amorosamente.
- Mis padres ... - se quedó mirando fijamente al suelo -, siento por no haber sido un hijo tan presente y haber demostrado el amor que realmente sentía a ellos.
- Ellos sabían que usted los amaba. Siempre han sido tan dedicados y preocupados por usted.
- Pero ahora me quedo con ese sentimiento de remordimiento por haber dado tantos dolores de cabeza para ellos. Después de que la gente pierde que sabemos cuán importante era la presencia.
- Si quieres, puedes venir a vivir aquí y estar más cerca de los recuerdos de ellos. Ellos siempre pidieron que la gente viniera a vivir junto con ellos, pues usted salió de casa muy temprano.
- No sé. Voy a pensar en el asunto.
- ¿Amor, qué eso? Para! -exclamó Janaina asustada y colocándose de pie fuera de la cama, pero su esposo estaba descontrolado todavía golpeando el colchón.
- ¡Déjame en paz! - gritaba Pablo. - ¿Qué estás queriendo conmigo?
- Calma amor, no hay nadie aquí - decía Janaina sosteniendo al esposo por los brazos, hasta que él se fue deteniendo y quedando más tranquilo. - ¿Qué está pasando contigo, amor?
- Lo siento, no fue nada - respondió aturdido. - Creo que bebí demasiado hoy y acabé teniendo algunas alucinaciones. No fue nada.
- Usted necesita parar de beber. Tantas veces te lo he pedido. Incluso tus padres anhelaban por eso también. Para de beber amor, pidió amorosamente.
- Mis padres ... - se quedó mirando fijamente al suelo -, siento por no haber sido un hijo tan presente y haber demostrado el amor que realmente sentía a ellos.
- Ellos sabían que usted los amaba. Siempre han sido tan dedicados y preocupados por usted.
- Pero ahora me quedo con ese sentimiento de remordimiento por haber dado tantos dolores de cabeza para ellos. Después de que la gente pierde que sabemos cuán importante era la presencia.
- Si quieres, puedes venir a vivir aquí y estar más cerca de los recuerdos de ellos. Ellos siempre pidieron que la gente viniera a vivir junto con ellos, pues usted salió de casa muy temprano.
- No sé. Voy a pensar en el asunto.
Al amanecer
Fábio, 48 años, era el más viejo de los tres hermanos, estaba sentado en el
balcón de su habitación que daba a los fondos de la casa y del balcón podía ver
a lo lejos los árboles que rodeaban el lugar donde los padres estaban
enterrados. La vista que antes era tan normal para él, ahora pesaba a sus
ojos. Era extraño mira en la dirección donde todo terminaba
terminando. Allí ya estaban enterrados dos generaciones, sus abuelos y
ahora sus padres, además de un tío que ya había fallecido también. En un
momento creyó que vio a alguien saliendo detrás de los árboles, parecía una
señora, era su madre, sin creer, se levantó corriendo y miró mejor. Si su
madre estaba parada ahora frente a los árboles que cubrían el yacimiento de la
familia y hacía gestos, llamándolo. Él no titubeó y salió corriendo por
los pasillos, su esposa estaba en la habitación y no entendió por qué
salió tan apresurado. Fábio llegó a golpear a la hermana Cristina que
estaba saliendo de su cuarto, pero no dijo nada a ella, bajó las escaleras
corriendo y salió al jardín, corrió hacia los árboles y vio nuevamente a su
madre parada y paró a unos metros y esta vez cuando la miró, entró entre los
árboles.
Fábio llegó al
yacimiento que era muy grande, más precisamente una sala que formaba una
capilla y dentro de ella el lugar donde se sepultaron los ataúdes. Se quedó
desconcertado, pues no vio a nadie dentro de él, creyó que estaba
enloqueciendo, caminó en círculos mirando a las paredes que tenían ángeles
pintados por todas partes y el techo era un hermoso cielo. Un momento
pareció haber escuchado un murmullo desde dentro de la pared donde los cuerpos
de los padres estaban, llegó muy cerca, colocó sus oídos junto a la pared para
intentar oír mejor, pero cuando estaba tratando de entender lo que se decía,
una voz gruesa y enojada gritó ensordecedoramente: "¡Te voy a llevar
conmigo!" Él saltó hacia atrás y sintió a alguien agarrarse en sus brazos,
gritó y cuando vio, era su hermana Cristina que estaba allí adentro junto con
él.
- Fábio, ¿qué
pasó? ¿Por qué está tan pálido y qué está haciendo solo a esa hora mañana
aquí? - preguntó Cristina.
- Imán. Gracias a Dios es usted - respiró aliviado. - No sé lo que está pasando, pero creyó que vi a mamá en el jardín llamándome aquí.
- ¿Cómo? Usted como yo debería estar impresionado por la partida de nuestros padres que fueron juntos justamente el día que conmemoraban un año más de casado!
- Y peor, oí unas voces probablemente venidas de dentro de los ataúdes, pero cuando intenté escuchar mejor lo que se decía, algo gritó con voz gruesa que me llevaba.
- Nuestra señora que eso Fábio, no diga unas cosas de esas! Vamos a salir de aquí, vamos a volver a casa. Mi hijo y el suyo viajarán esta tarde para representar a nuestra empresa en una conferencia. Hay mucho que hacer y no podemos dejar las cosas desandar, papá y mamá mantuvieron ese imperio que mamá heredó de su madre, nuestra querida abuela, y ahora necesitamos continuar manteniendo y nuestros hijos asumir después.
- Ni recuerda que Arthur y Bruno viajarán hoy.
- Sí y Gisela volver a casa con su esposo y su hijo - lamentaba Cristina.
- La casa se quedará muy vacía - dijo Fábio tristonho.
- Al menos la esposa y el hijo de Arthur se quedarán con nosotros hasta que regresen del viaje.
- Imán. Gracias a Dios es usted - respiró aliviado. - No sé lo que está pasando, pero creyó que vi a mamá en el jardín llamándome aquí.
- ¿Cómo? Usted como yo debería estar impresionado por la partida de nuestros padres que fueron juntos justamente el día que conmemoraban un año más de casado!
- Y peor, oí unas voces probablemente venidas de dentro de los ataúdes, pero cuando intenté escuchar mejor lo que se decía, algo gritó con voz gruesa que me llevaba.
- Nuestra señora que eso Fábio, no diga unas cosas de esas! Vamos a salir de aquí, vamos a volver a casa. Mi hijo y el suyo viajarán esta tarde para representar a nuestra empresa en una conferencia. Hay mucho que hacer y no podemos dejar las cosas desandar, papá y mamá mantuvieron ese imperio que mamá heredó de su madre, nuestra querida abuela, y ahora necesitamos continuar manteniendo y nuestros hijos asumir después.
- Ni recuerda que Arthur y Bruno viajarán hoy.
- Sí y Gisela volver a casa con su esposo y su hijo - lamentaba Cristina.
- La casa se quedará muy vacía - dijo Fábio tristonho.
- Al menos la esposa y el hijo de Arthur se quedarán con nosotros hasta que regresen del viaje.
En la cena
estaban sentados a la mesa: Cristina; Pablo y su esposa
Janaina; Fábio y su mujer Carmem con su nuera Valquiria y su nieto
Renan; y la señora Maristela que era hermana de Marli. El clima no
era muy cómodo, hablaban de los fallecidos cuanto eran importantes y lamentaban
sus muertes. En cierto momento se puso un silencio sobre todos a la mesa. Se
oyeron pasos fuertes desde el segundo piso de la casa, las luces de la mansión
parpadearon, la lámpara que quedaba colgada en el salón principal se
balanceó. Todos en la mesa quedaron preocupados y sin entender lo que
estaba sucediendo. Los pasos fueron más fuertes y de repente se paró, las
luces volvieron a la normalidad. Los empleados también ya se habían unido
a ellos en el comedor, pues todos estaban asustados con lo que podría estar por
venir.
- Fábio,
tenemos que llamar a la policía, debe tener a alguien en la casa. Alguien
dentro del cuarto de nuestros padres - estaba afligido.
- No creo que sea alguien, Pablo - susurró.
- ¿Cómo no cree que sea alguien?
- Hay algo que pasa en esa casa después de las muertes de nuestros padres y voy a descubrir.
- ¿Qué quiere decir? ¿Algo sobrenatural? - miró al hermano que sólo le dijo que se balanceaba la cabeza.
- No creo que sea alguien, Pablo - susurró.
- ¿Cómo no cree que sea alguien?
- Hay algo que pasa en esa casa después de las muertes de nuestros padres y voy a descubrir.
- ¿Qué quiere decir? ¿Algo sobrenatural? - miró al hermano que sólo le dijo que se balanceaba la cabeza.
Ya con la mano
en la manija, Fábio empujó la puerta bien despacio para abrirla, y después de abrirla
por completo los dos hermanos constataron que no había nada fuera del lugar,
que el ruido que oyeron como si fueran objetos siendo arrojados al suelo no
había ocurrido. En el momento en que se inició la habitación, Cristina y
su tía Sra. Maristela llegaron a la habitación también, se miraron unos a otros
y no sabían qué decir, no sabían explicar el hecho de que todas las ventanas
estaban cerradas, ocurrido.
- Hermanos,
¿pensaste algo? - preguntó Cristina.
- No, no hay nada mal aquí - respondió Pablo. - Y nuestro hermano Fábio está creyendo que tiene algo sobrenatural en eso.
- ¿Qué vino a hacer aquí arriba tía? - preguntó Fábio a la Sra. Maristela. - Usted no debería entrar aquí en esta habitación, está muy reciente y te dejará triste.
- No voy a estar triste - respondió. - Aunque no es bueno quedarnos lamentando la muerte de nuestros entes, deseando que estén nuevamente en vida.
- Tía, pero no tiene como no lamentar la muerte de quien amamos - dijo Cristina.
- Sí, mi sobrina, pero con eso los espíritus pueden quedar atrapados, no consiguen descansar y hacer el paso en paz - explicaba la tía Maristela mientras miraba por la ventana y contemplaba la fuente que tenía en medio del jardín delante de la casa -, pero creo que aquí no sea este caso.
- Tía, la señora no está bien, necesita dormir - dijo Pablo.
- Puedo imaginar lo que está ocurriendo aquí, tiene algo muy serio que ustedes no saben hasta hoy. Algo que nunca les fue contacto - dijo tía Maristela con una fe dolorosa.
- ¿Qué está diciendo tía? - preguntó Cristina.
- Esta casa, nuestra familia siempre ha sido maldecida y aparentemente el ciclo se está cerrando.
- ¿Qué ciclo tía? -preguntó Cristina.
- Dejen a la tía Maristela descansar, ella está impresionada con esa barulheira que con certeza fue el viento - interfirió Pablo ya cogiendo la tía de la mano y la conduciendo fuera de la habitación, llevándola a sus aposentos, pero Fábio y Cristina quedaron intrigados .
- Necesitamos hablar con Pablo sobre lo que le pasó a usted - dijo Cristina. - Tengo que confesar que algo ha pasado conmigo también.
- ¿Qué te pasó? - preguntó Fábio sorprendido.
- El día que llegamos al entierro, estaba bañando y vi a nuestros padres en el espejo, pero cuando miré de nuevo era una vieja terrible, emanando una energía muy mala.
- ¿Por qué no me contó eso antes?
- Lo siento, me pareció que empeorar las cosas, no quería dejarlo alarmado.
- Vamos a hablar con Pablo sobre eso.
- No, no hay nada mal aquí - respondió Pablo. - Y nuestro hermano Fábio está creyendo que tiene algo sobrenatural en eso.
- ¿Qué vino a hacer aquí arriba tía? - preguntó Fábio a la Sra. Maristela. - Usted no debería entrar aquí en esta habitación, está muy reciente y te dejará triste.
- No voy a estar triste - respondió. - Aunque no es bueno quedarnos lamentando la muerte de nuestros entes, deseando que estén nuevamente en vida.
- Tía, pero no tiene como no lamentar la muerte de quien amamos - dijo Cristina.
- Sí, mi sobrina, pero con eso los espíritus pueden quedar atrapados, no consiguen descansar y hacer el paso en paz - explicaba la tía Maristela mientras miraba por la ventana y contemplaba la fuente que tenía en medio del jardín delante de la casa -, pero creo que aquí no sea este caso.
- Tía, la señora no está bien, necesita dormir - dijo Pablo.
- Puedo imaginar lo que está ocurriendo aquí, tiene algo muy serio que ustedes no saben hasta hoy. Algo que nunca les fue contacto - dijo tía Maristela con una fe dolorosa.
- ¿Qué está diciendo tía? - preguntó Cristina.
- Esta casa, nuestra familia siempre ha sido maldecida y aparentemente el ciclo se está cerrando.
- ¿Qué ciclo tía? -preguntó Cristina.
- Dejen a la tía Maristela descansar, ella está impresionada con esa barulheira que con certeza fue el viento - interfirió Pablo ya cogiendo la tía de la mano y la conduciendo fuera de la habitación, llevándola a sus aposentos, pero Fábio y Cristina quedaron intrigados .
- Necesitamos hablar con Pablo sobre lo que le pasó a usted - dijo Cristina. - Tengo que confesar que algo ha pasado conmigo también.
- ¿Qué te pasó? - preguntó Fábio sorprendido.
- El día que llegamos al entierro, estaba bañando y vi a nuestros padres en el espejo, pero cuando miré de nuevo era una vieja terrible, emanando una energía muy mala.
- ¿Por qué no me contó eso antes?
- Lo siento, me pareció que empeorar las cosas, no quería dejarlo alarmado.
- Vamos a hablar con Pablo sobre eso.
Cristiana y
Fábio llamaron a Pablo cuando él estaba saliendo cuarto de la tía y le contaron
lo que había sucedido con los dos. Pablo desconcertado terminó confesando
lo que también se pasó con él en el ascensor y en la habitación, incluso mostró
a ellos la marca de uñas que quedó en su hombro, eso causó gran espanto, pues
significaba que aquello podría tocarlos, lastimarlos. Los tres se quedaron
tratando de entender por qué estaba sucediendo. Decidieron por volver a
cuestionar a la tía que empezó a decir algo para ellos, pero terminó siendo
interrumpida, pero prefirieron por esperar hasta el amanecer para que no
entorpeciese el descanso de la tía.
Los demás que
aún estaban en el comedor, preocupados aguardan alguna explicación, pero todo
lo que pudieron decir era que el viento derribó algunos objetos y lo que
parecía pasos, en realidad deberían ser ruidos de alguna tubería golpeando en
el ático. Al parecer, las cosas habían vuelto a la normalidad y horas
después ya estaban todos en sus aposentos.
Janaina se estaba peinando y se preparaba para
acostarse y cuestionaba al marido Pablo lo que estaba pasando, pues él estaba
muy extraño desde la hora que descendió con hermanos después de ver los ruidos.
Él sin mucha paciencia decía que no era nada, que estaba apenas cansado y
quería dormir. Ella intentó hacerle algún agrado, pero él estaba completamente
viajando en sus propios pensamientos. Los dos cayeron en el sueño ya partir de
entonces el cuarto de ellos fue quedando medio humo, un humo negro invadía el
lugar. Fue entonces cuando Pablo sintió tocar sus pies, despertó, miró a su
esposa durmiendo y creyó que posiblemente fue ella quien pasó sus pies en sus
pies. Intentó volver a dormir, pero ya estaba despierto, cerró los ojos y la
imagen de su madre sonriendo vino a su mente. Me sentí de nuevo algo en sus
pies, asustado abrió los ojos, encendió la lámpara y no vio nada a sus pies,
pero vio la puerta de su cuarto abriendo lentamente y por ella estaba saliendo
los tres gatos persas que eran de sus padres. Levantó con cautela para no
despertar a la esposa y se fue al pasillo y los gatos estaban entrando en la
habitación de sus padres que estaba con la puerta media abierta. Se quedó con
miedo, pero sintió que necesitaba saber lo que estaba pasando, entonces caminó
lentamente hasta el cuarto de los padres.
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