EL PEREGRINO - FRAGMENTO DEL NECROMONICON



EL PEREGRINO

Vagué por el campo de MASSHU en busca del conocimiento secreto. Fue un peregrinar solitario y doloroso, durante el cual no me casé —ni llamé a ninguna casa o poblado mi hogar—, donde habité en diversos países, a menudo en cuevas o en los desiertos aprendiendo varios idiomas, tal como le sucede al viajero, los cuales me sirvieron para relacionarme con los comerciantes, de los cuales recibí noticias y costumbres. Pero mi trato fue con los Poderes que residen en cada uno de esos países. Pronto llegué a comprender muchas cosas que antes ignoraba, salvo, quizá, en sueños. Los amigos de mi juventud me abandonaron y yo a ellos.

Cuando llevaba siete años alejado de mi familia me enteré de que todos se habían suicidado por razones que nadie fue capaz de explicarme; luego, se tuvo que matar a todo su ganado por una extraña epidemia que lo azotó.

Vagué como un mendigo, siendo alimentado pueblo tras pueblo según decidían sus habitantes, aunque a menudo me tiraron piedras y amenazaron con encerrarme.

En ocasiones, pude convencer a algún hombre instruido de que yo era un estudioso sincero; entonces, me permitía leer los registros antiguos donde se detallaban los procedimientos de nigromancia, hechicería, magia y alquimia. Aprendí el hechizo que causa en los hombres enfermedad, plagas, ceguera, locura e incluso muerte. Aprendí las diversas clases existentes de demonios y dioses malignos y las viejas leyendas que hablan sobre los Antiguos.

Así, fue capaz de protegerme contra el terrible Maskim, que yace a la espera en los límites del mundo, presto para atrapar al incauto y devorar los sacrificios dispuestos en la noche y en lugares desiertos también contra la diablesa LAMMASHTA, a quien se llama la Espada que Parte el Cráneo, cuya sola visión produce horror y desolación, y (según algunos) una muerte de naturaleza muy extraña.

Con el tiempo, aprendí los nombres y propiedades de todos los demonios, diablos, espíritus malignos y monstruos apuntados en este libro de la Tierra Negra. Aprendí los poderes de los Dioses astrales y cómo solicitar su ayuda en épocas de necesidad. También descubrí a los pavorosos seres que moran más allá de los espíritus astrales, que vigilan la entrada al Templo del Perdido, del de los Días Antiguos, del Antiguo de los Antiguos, cuyo nombre no puedo escribir aquí.

En las ceremonias solitarias que realicé en las colinas, adorando con fuego y espada, con agua y daga, y con la ayuda de la extraña hierba que crece en ciertas partes del MASSHU, con la cual, inadvertidamente, había encendido la hoguera al lado de la roca, esa hierba que le otorga a la mente un gran poder para viajar tremendas distancias en los cielos, lo mismo que en los infiernos, recibí las fórmulas para los amuletos y talismanes que se detallan más adelante y que le proporcionan al Sacerdote un pasaje seguro entre las esferas por donde tal vez viaje en busca de la Sabiduría.

Pero ahora, transcurridas Mil y Una lunas del peregrinar, el Maskim mordisquea mis talones, el Rabishu tira de mi pelo, Lammashta abre sus temibles fauces, AZAG-THOTH se regocija malignamente en su trono, KUTULU alza la cabeza y observa a través de los Velos de la hundida Varloorni del Abismo, y clava sus ojos en mí; razón por la que debo apresurarme a escribir este libro en caso de que mi final llegue antes de lo que había preparado. En verdad, da la impresión de que hubiera fracasado en algunos aspectos concernientes al orden de los ritos, de las fórmulas o los sacrificios, porque ahora parece como si todas las huestes de ERESHKIGAL estuvieran esperando, soñando, babeando por mi partida.

Ruego a los Dioses que pueda salvarme y no perezca igual que el Sacerdote ABDUL BEN-MÁRTU, en Jerusalén (¡qué los Dioses recuerden y se apiaden de él!). Mi destino yo no está escrito en las Estrellas, porque he roto la Alianza Caldea al buscar el poder sobre los Zonei. He pisado la luna y ésta ya no ejerce poder sobre mí. Las líneas de mi vida has sido borradas por mi vagar en el Yermo encima de las letras escritas en los cielos por los dioses. Incluso ahora puedo oír a los lobos aullando en las montañas tal como lo hicieran en aquella fatídica noche; invocan mi nombre y los nombres de los Otros. Temo por mi carne, pero todavía más por mi espíritu.

Recordad siempre, en cada momento vacío, invocar a los Dioses para que no os olviden, porque son desmemoriados y se encuentran muy lejos. Que vuestras fogatas brillen altas en las Colinas, y en los techos de los templos y en las cimas de las pirámides, para que puedan verlas y recuerden.

Recordar siempre copiar cada fórmula tal como yo la he escrito, y no cambiar ni una sola línea o punto, nada, para que no pierda su valor o algo peor: porque una línea quebrada le proporciona los medios de entrada a aquellos del Exterior, porque una estrella rota es el Pórtico de GANZIR, el Pórtico de la Muerte, el Pórtico de las Sombras y los Tentáculos. Recitad los encantamientos tal como se transcriben y prescriben aquí. Preparad los rituales sin ningún fallo, y ofreced los sacrificios en los lugares y momentos adecuados.

¡Que los Dioses se apiaden de vosotros!

¡Qué podáis escapar de las fauces del MASKIM y vencer el poder de los Antiguos!

¡Y QUE LOS DIOSES OS CONCEDAN LA MUERTE ANTES DE QUE LOS ANTIGUOS GOBIERNEN DE NUEVO LA TIERRA! ¡KAKAMMU! ¡SELAH!




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